Sin embargo, más allá de ser un negocio, para muchos fue un segundo hogar, y quien sabe, incluso el primero. Un lugar donde evadirte, donde reencontrarte con tus amigos, un centro de reunión, un espacio donde pasarlo bien y disfrutar. Porque en el fondo, más allá de ser un bar, había unas personas -nosotros- y unos recuerdos que hicieron un hueco en nuestras gargantas y corazones en ese rincón hasta hacerlo nuestro.
Mayor prueba de ello, es que cada uno de los que entramos ahí, tiene un anécdota o miles de lo que ha significado para él o para ella La Esquina. Es más, famosa aquella frase que más de uno habremos pronunciado: "quedamos en La Esquina y subimos pa' arriba", y sobre todo, cuando era feria. Esas copas que nos habremos tomado, el tablón de las fotografías, las partidas a la máquina del dedo o al Pro Evolution, la cantidad de camareros que habrán pasado por ahí, las parejas que habrán llevado su amor a cada una de sus mesas, y tantas, tantas cosas que han sucedido allí. Tantos recuerdos que habrá formado ese bar.
Y lo más importante, esos partidos de fútbol. Eso no volverá a ser lo mismo, ¿dónde veremos la Eurocopa?. ¡Ésos mundiales!, en los que todos los que estábamos ahí dentro, teníamos algo que decir, que gritar y vivir. ¿Dónde veremos el fútbol?, ¿dónde echáremos las cáscaras de las pipas?... El fútbol no volverá a ser lo mismo. Nuestras vidas tampoco.
Porque cuando se cerraron sus puertas, todo acabó. Como si nos hubieran quitado algo nuestro, algo que nos pertenecía. Ese pedacito de nuestro corazón.