Esto se resume en una mala gestión y planificación de las administraciones públicas, que ponen una delgada línea a la seguridad y vida de todos y todas. Incluso dentro del núcleo urbano de La Carlota, las calles Humberto Herrera e Isabel II, probablemente la calle más estrecha de la localidad con unos 6 metros, hasta hace un año eran de doble sentido (en algunos tramos lo siguen siendo), coches aparcados a un lado, sin señalizar ni espejos reflectores, y en Isabel II sin acerado. También las calles de Pablo de Olavide y Conde Campomanes son un ejemplo bastante significativo, y deberían seguir los pasos de Estudiantes, que recientemente se ha convertido de sentido único.
Algunos puntos críticos se deben a que las líneas del suelo no están pintadas o son apenas visibles como la intersección de la Avenida de Nuestra Señora del Carmen y la calle Doctor Villamor, el cruce de Redonda Fuente Nueva y la calle Juan Ramón Jiménez, y la glorieta del Paseo de Profesor Tierno Galván con el Grupo de viviendas del Colegio Público de Carlos III, pudiendo evitar males mayores entre conductores y viandantes, colocando espejos reflectores y avisando con mayor anterioridad del peligro.
La inseguridad vial se agrava cuando los medios que ponen los responsables para restar los accidentes de tráfico no funcionan como los semáforos de Ronda Sur y la cuesta del Grajo.
Por último, en la calle Brasil y la glorieta de la Avenida de Campo de Fútbol se alinean todos los problemas anteriores más la picardía de cada uno, porque el dibujo del entramado impide entrar en la glorieta, obligando a dar la vuelta al final del boulevard para tomar la carretera de La Paz, y la mayoría de las veces se toma a la ligera, pisando la señalización de la circunvalación.