Las dificultades se han superado con buena cara, a pesar del susto inicial y los daños colaterales; la gente que trabaja en la localidad ha regresado a su casa, los negocios de hostelería han hecho su agosto particular, los que trabajan en el núcleo urbano han tardado se han visto inmersos en una odisea, y no ha habido más incidentes que lamentar.
El lugar del siniestro estaba completamente impoluto y despejado de la sustancia tóxica. Ocho horas estuvo cortada la autovía A-4 en las dos direcciones, Sevilla y Córdoba, y no se volvió a abrir la circulación hasta las 6 de la tarde.
La mañana del viernes, el tráfico era fluido y rápido, como si no hubiera pasado nada. Todos hacia su destino. Los únicos que se detenían eran los que conocían la noticia y el punto concreto, para asomarse desde el puente de la antigua piscina municipal; ya fuera en coche, caminando o haciendo footing.
Simplemente era el día después. El día de la reflexión.