La Carlota vive esta experiencia catastrófica y algunos locales han sido modificados o han desaparecido del plano comercial. Estas pequeñas empresas, por los motivos que fueran, se han visto obligadas a cerrar sus puertas, buscarse la vida en otra parte, y a dejar un vacío absoluto en el corazón de sus clientes.
El sector de la construcción aguanta como puede y pelea por las pocas obras a las que puede hacer frente, como la obra de la esquina con Isabel II, la del Bar Ídolos y la heladería del motorista. En la mayoría de los casos, dándose un paseo por el pueblo, los solares están desiertos y las construcciones paralizadas. Quedan las grúas como prueba que los buenos tiempos fueron un recuerdo pasajero.
Negocios como las inmobiliarias del boulevard, el locutorio y el bar de la avenida del Carmen, y el restaurante La Taberna en la avenida de La Paz han tomado la última medida posible y han echado el cerrojo después de tanto tiempo.
Otros intentan salvarse de la criba y deciden marcharse. El Bazar de La Carlota, que estaba al lado de la agencia de viajes de CajaSur (antigua Viajes Euroclass), se ha trasladado a la capital cordobesa. O simplemente cambian de manos, como el bar de copas Ke Caña Café en la esquina de Académico Luís Mappelli con la avenida de La Paz.
En el otro extremo del prisma, los valientes aparecen desde el nublado horizonte y se arriesgan a montar su empresa. APP Informática fue de las primeras en despertar a los albores de la no reconocida crisis por el Gobierno central, el supermercado de la Loli se paso al Don Market, Pepa Morales ha ampliado su negocio y ha adquirido un local más amplio, las tiendas de bisutería y complementos han ocupado el espacio de otros, y llegar a implantarse un local de cadena de kebabs, Alsalimi Kebab, al lado de la nueva oficina de Correos.
Afortunadamente, la supervivencia es una máxima y pueden gritar a los cuatro vientos que a pesar de todo, que el país se hunda lentamente, a ellos las cosas no les van del todo mal.
