Desde el pequeñísimo punto donde nos encontramos en el mundo, La Carlota mantiene unos valores y un saber estar que une a las personas, que nos apega e infunde como la comunidad carloteña. Despiertas y sales a la calle que sea del municipio, de frente te encuentras a alguien, no importa que lo conozcas o no, te saluda, te da los buenos días y sientes que ese día es especial, que estás en un lugar inolvidable. La buena educación, esas costumbres inculcadas por nuestros mayores deben prevalecer. No perderse jamás.
Tantos momentos rebosan de La Carlota y su gente. Arropan, y la engrandecen, Hablar con amigos y familiares que das por casualidad con ellos, la vecina que te pide algo o te lleva un plato de comida, las terrazas llenas, reavivar los recuerdos con viejos conocidos, ver corretear a las futuras generaciones, la manera de expresarse y sus frases hechas (¡hey!, ¡¿qué pasa?!, ¡¿qué haces?!), vacaciones de familiares al pueblo, la máxima del carloteño o carloteña que siempre está en el mismo punto del mundo que tú, y sobre todo, los portales de las casas donde reunirse en verano y escuchar relatos del pasado por nuestros tíos y abuelas.
Un estilo de vida atemporal. Eso es La Carlota.