Como una vieja canción. Hay pequeñas cosas en la vida de La Carlota que van muriendo con el paso del tiempo, generación tras generación. Como coger una silla y reunirse con los vecinos en la calle. Cortando las alas, impidiendo que se abran, al crecimiento, a la rebeldía y la imaginación de los más pequeños. Como concluía la mujer del tercer vídeo de El Garabato. Hemos ido perdiendo los juegos tradicionales, y más preocupante todavía, el valor de aquello que teníamos. Tenemos de todo. Mayores son las comodidades. Tanta tecnología, redes sociales, videoconsolas obstruyen la amistad. A relacionarnos.
Quedar en Las Malvinas, la plaza de la Iglesia, la plaza del Hambre o en el barrio de las piscinas. Una parte de la infancia de cada uno. Lugares que van vaciándose y son ocupadas por discotecas. Ir por los caminos con la bici, aventurarse, pegar balonazos a la fachada de una casa hasta que saliera la vecina a echarte la bronca, noches de gatos… Si el tiempo acompaña, la muchachada vive el presente, improvisa como siempre hemos hecho, coge la bicicleta, hacer skateboard o juega a fútbol en el césped del parque de la Redonda de la Fuente Nueva a pesar de las limitaciones.