Así se transforma un pueblo rural como La Carlota en una futura ciudad de paso. Sin ningún elemento natural, económico- empresarial y cultural que sea por lo menos referente provincial. Este proceso urbanístico que tiene sus pros y sus contra, en base a la especulación, enriquecimiento, la paciencia de los ciudadanos y las buenas intenciones -indistintamente- por parte de las empresas privadas (promotoras, inmobiliarias, constructoras...) y las administraciones públicas como el Ayuntamiento de La Carlota han hecho posible el acerado y asfaltado del casco histórico. A pesar de las molestias que crean a los viandantes y los problemas de tráfico ocasionados, debido a la tardanza, continuas mejoras o arreglo de desperfectos.
Algunas de estas obras, como es el caso de la calle Juan Jiménez, están casi finalizadas. A diferencia de la Avenida de Nuestra Señora del Carmen, no ha sufrido ni ha perjudicado de sobremanera como lo hizo en su momento.
Un futuro que logre que La Carlota y sus departamentos tengan identidad propia y quede embellecida por las obras que se están llevando a cabo, como es el caso de la Real Posada, la rehabilitación de las viviendas antiguas y en mal estado, y los nuevos proyectos que presentó el actual Gobierno en las elecciones municipales.
Mientras tanto, las constructoras y promotoras aprovechan y se dedican a ampliar sus horizontes en todos los ámbitos, gracias al extenso suelo virgen que ofrece el municipio para elevar y edificar sus prioridades. A la par, se abren nuevas calles (barrio de las Piscinas, Carretera de la Paz, el ambulatorio y el recinto ferial), se expanden otras hasta conectar con otras zonas del pueblo (Ronda Sur, circunvalación del cementerio y otras tantas), y así hasta que un día, no haya más de donde exprimir.
