Esta iniciativa seleccionará un espacio en colaboración con la Universidad de Sevilla, donde se plantarán mínimo 2.000 árboles, 250 autóctonos en La Carlota, dependiendo del terreno y los requisitos técnicos como las condiciones climáticas (temperatura, la humedad o el viento), y aunando el entorno urbano y el natural.
Las aportaciones de ese enclave, que de momento se desconoce el punto exacto (¿Monte de Las Malvinas?), aportarían la comunión entre sociedad y naturaleza, purificarían el aire de nuestro cielo (2.000 toneladas de CO2 al año y absorbería las emisiones de 339 coches al año), equilibraría la aridez y la humedad, y asentaría la fauna. Osado es pensar que tras 20 años de bloques de pisos, cemento y especulación; La Carlota pueda cambiar su panorama y su vista paisajística por un lugar sombreado y de ocio para las familias. Desmarcando la división. Un irreal espejismo, primordial y necesario que se confirme, y clamarlo a los cuatro vientos que por fin tenemos una área verde, que nos ayude a respirar y vivir plácidamente. Llegado el día, ya se verá.