Es como si nos hubieran concedido una tregua, sufriendo los efectos secundarios con la crisis económica. Nuestra ambición ha aminorado la marcha, permitiéndonos contemplar los elementos que estábamos arrebatándole a la naturaleza.
Las dos mitades del municipio de La Carlota están bien diferenciadas. A un lado los hogares y las familias que se crean en el núcleo urbano; y en el otro, el pasado, la riqueza de los contrastes de los campos andaluces descritos por Lorca y el azul del cielo como un océano inundando los sentidos, refrescando un viaje a la infancia perdida.
Intentamos tener un poco de las dos. Asentarnos en un lugar; y pasear por los caminos de El Garabato, Monte Alto y La Paz, tumbarnos en las alamedas de El Arrecife y La Fuencubierta, sacarle el máximo partido a la Vía Verde y contemplar la puesta de sol desde Las Pinedas.
A esos rincones -cada uno tendrá el suyo- habrá un punto como la Cuesta del Grajo, en el que veremos que estamos perdiendo y que estamos ganando. Probablemente haya una única ruta e innegablemente un paraje donde refugiarnos.